Enfrentarse a la página en blanco puede suponer un reto para cualquiera, incluso para los escritores más experimentados. Esa emoción, ese anhelo por sacar al mundo exterior toda la riqueza que guardas dentro de ti, esas ganas de crear lo que antes no existía. ¿Te suena, verdad?
Posees una idea, has conseguido un pequeño espacio para ti, y algo de tiempo en tu ajetreado día para poner por escrito esa imagen que ya vive en tu cabeza.
Ya sea una fabulosa historia fantástica, ya un romance apasionado, ya un manual técnico con el que ayudar a la gente, cada escritor se enfrenta a un dilema; ¿Cómo demonios empiezo?
Ante todo, calma. Ten muy presente que el acto de escribir es personal e íntimo, y refleja un diálogo muy profundo entre la mente del autor, y la representación que va a plasmar en el mundo. En primer orden es algo tuyo y para ti mismo. Si después se comparte con otros, es otra historia. No debes preocuparte por eso, todavía.
Hay infinidad de libros publicados con valiosas reglas a seguir, dependiendo del género que quieras abordar, pero eso no nos interesa por ahora. En este momento no necesitas una programación, no necesitas un esquema ni rígidas reglas.
Este momento es tuyo. Sois tú, y la página en blanco. Y esa página tan solo te dice: ¡Adelante, conviérteme en algo bello, soy tuya y solo tuya!
La página es tu amiga, tu confidente y hasta tu amante. Moldéala, escúchala y trátala con cariño. Si lo haces, en pocos minutos verás emerger una frase que antes no estaba ahí, un personaje que no existía y de repente ha cobrado vida, o un paisaje que se ha dibujado en el lienzo de la hoja escrita. ¿Todo eso lo has hecho tú? ¡Sí! Bienvenido al fascinante mundo de la escritura.
Ahora veremos los siete pasos que puedes seguir para empezar a escribir.
1- Borra inmediatamente cualquier prejuicio que tengas acerca de tu capacidad.
¿Sabes cuál es el primer enemigo de todo escritor? ¡Bingo! Él mismo.
Por mucho que un autor pueda vérselas con editores, publicistas, correctores, maquetadores, o críticos, su primer enemigo sigue siendo él mismo.
Las creencias limitantes acerca de nuestras capacidades pueden echar por tierra todo intento, antes siquiera de que éste vea la luz. Creer que no somos capaces, que lo que vamos a crear no va a interesar a nadie, que vamos a ser objeto de ridículo, o que no tenemos cualificación necesaria para escribir, son algunas de las perlas que acuden a nuestra mente justo antes de teclear la primera palabra.
Desecha todo esto de inmediato. Es paralizante, es inefectivo y sobretodo es FALSO.
Todos tenemos capacidad de sobras para escribir, para imaginar y crear mundos enteros desde cero.
La gran ventaja que tiene el arte de la escritura es que solo mejora conforme se practica. Cuanto más escribas, mejor escribirás. Así que, ¿de qué tienes miedo? Olvida esas creencias limitantes y lánzate a ello.
2- Crea tu propio templo de escritor.
El espacio del escritor es sagrado. No puedes esperar que la magia surja de tu mente si a tu alrededor hay gente hablando, moviéndose, y haciendo ruidos. Aun cuando las conversaciones no se dirijan a ti, la mera presencia de estos estímulos invalidará todo intento que hagas. Por tanto, amablemente y con cariño, indica a tus familiares, amigos o compañeros, que te vas a retirar durante un rato a tu habitación, y que no debes ser molestado. Tan solo en el silencio de tu espacio, tu imaginación encontrará la vía de fluir.
Tampoco te sientes a escribir si no gozas de tiempo. Las prisas y la creatividad no son buenas aliadas.
Confecciona tu propio templo de escritor; un lugar al que acudir con confianza y tranquilidad, y en el que puedes ser tú mismo. Decóralo, límpialo, aromatízalo y dótalo de todos los elementos que puedan inspirarte.
3- Establece un diálogo con tu mente.
Puede que ya tengas una idea de lo que quieres contar, o puede que simplemente desees empezar a escribir algo, sin saber muy bien el qué. En cualquier caso, habla contigo mismo sobre ello. Tu cerebro es el instrumento a través del cual surgirán las palabras, la narración y las historias, y tu mente es esa parte de ti que de les dará forma.
En la soledad y tranquilidad de tu templo, establece un diálogo con tu mente acerca de lo que deseas escribir. Habla de historias, de tramas, de ideas, de sueños, de anhelos...sea lo que sea, ella te escuchará, e irá guiándote. Puedes cerrar los ojos y dejarte llevar por las musas. ¡Confía en tu instinto!
4- ¡Empieza!
Toda buena historia tiene un principio, ¿verdad? Hasta que no teclees tu primera frase, no existirá nada, así que no lo pienses más y escribe.
No le des muchas vueltas al principio, y simplemente déjate llevar. Más adelante ya tendrás tiempo de regresar atrás y modificar cosas, reescribirlas o incluso borrarlas. Lo que debes crear no está escrito en piedra, así que empieza el viaje sin miedo.
Los escritores descubridores (como una servidora) sabemos muy bien lo que significa esto. A veces tu narración comienza, y sin saber cómo, te encuentras descubriendo la trama como si fueras, de hecho, un espectador de la misma.
Seas o no ese tipo de escritor (lo irás descubriendo tú solo), este estado es el que buscamos ahora mismo. El estado de libertad creativa total. No te limites, no te juzgues, no te detengas. Escribe, escribe y escribe, y al final ya veremos hasta donde has llegado.
5- Continúa el camino.
Mucha gente, al enfrentarse a la escritura, cae rápidamente en el hastío. Esto no tiene por qué deberse a una falta de imaginación, capacidad, o de medios, sino que más bien tiene que ver con el entusiasmo. Incluso personas que desean fervientemente escribir, no consiguen llegar siquiera a su décimo folio escrito, sin sucumbir a esta desidia.
¿Por qué sucede esto? Hay una multiplicidad de razones, como pueden ser la baja autoestima, la percepción de estar perdiendo el tiempo, la sensación de incapacidad, el mismo aburrimiento, la indolencia o la necesidad extrema de satisfacción inmediata a la que esta sociedad nos ha acostumbrado. Es más gratificante en el corto plazo ver un capítulo de Netflix, que enfrentarse a los fantasmas del escritor (hablaremos de estos en un próximo post). De esta manera tan insulsa y anodina se pierden grandes obras que podrían haber animado al mundo. ¡Muy triste!
Para vencer esto, mi querido escritor, hay una sencilla regla: ¡No dejes de escribir! Continúa el camino aun si no estás seguro de nada. Aunque te acosen mil pensamientos que traten de alejarte de él, no se lo permitas. No te juzgues, no te limites. ¡Simplemente sigue!
6- Dale un final a tu historia.
No importa lo que hayas empezado. Puede ser un relato corto de dos páginas, un microrrelato de cien palabras, o una extensa novela. No lo dejes a medias. Dale un final.
Finalizar una obra, sea del tamaño que sea, es el aliciente que todo escritor necesita para seguir avanzando. Las obras inacabadas suponen una astilla clavada que daña directamente la autoestima y que imposibilita para seguir.
Sabiendo esto, sería buena idea que un autor novel eligiera proyectos modestos, relatos cortos, fábulas, o entradas técnicas cerradas que posteriormente puedan extenderse. De esta manera, al finalizar cada uno de ellos, ganará la energía necesaria para continuar la aventura. Conforme avance en su periplo y posea más tablas, podrá abordar novelas extensas, o tramas muy elaboradas desde una posición más equilibrada y sostenible.
7- ¡Disfruta, disfruta y disfruta!
¿Cabe alguna duda acerca de este último consejo para empezar a escribir? Yo creo que no.
Como casi cualquier cosa en la vida, si no se disfruta, se hará mal. En el caso de la escritura, disfrutar cobra especial relevancia, pues la creatividad y la intuición se bloquean si el escritor no se lo está pasando bien mientras escribe. No lo hagas como una obligación. Incluso si escribes no ficción, ensayos y manuales técnicos encontrarás la misma traba.
Mi consejo es que si no estás disfrutando, si no te estás sorprendiendo de lo que hacen tus personajes, si no estás maravillándote con la experiencia, es mejor que lo dejes para otro rato. Cierra el ordenador portátil, apaga el sobremesa o deja la pluma en su estante. Cuando estés preparado para reír, ilusionarte y emocionarte con lo que haces, regresa y observa lo que sucede: ¡Magia!
Si sigues estos siete sencillos pasos, no importa lo que suceda, poco a poco te convertirás en el escritor que quieres ser. Todos tenemos maravillas que entregar al mundo. Nunca dudes de ti. Nunca te detengas. Simplemente, escribe.
Alma C. Mínguez.
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